Si se pudiera añadir el azul a la camiseta del Arsenal, sería la elástica hecha a medida para Thierry Henry. El francés es puro sentimiento gunner. Un auténtico martillo demoledor que, durante veinte años, enamoró a muchos futboleros. Talento y goles exportados de Francia para el mundo que, seis años después de su retirada, el fútbol echa de menos. Porque, está claro, un jugador profesional que en categorías inferiores ha peloteado con gente como Anelka o Trezeguet, está claro que será alguien digno de sentarse en la butaca de un estadio para disfrutar.
Si hablamos de Henry, hablamos de un futbolista que ha tenido al lado a gente como Bergkamp, Zidane, Messi, Xavi o Iniesta. Y jamás se arrugó. Y no lo hizo por una sencilla razón: no jugaba, ni mucho menos, a un nivel inferior a los anteriormente mencionados – sin ánimo de hacer odiosas comparaciones.
Todo comenzó en Mónaco. Es probable que el 31 de agosto de 1994 Arsène Wenger ya sabía lo que se le venía encima con el bueno de 'Titi'. Allí se curtió cuatro años, donde se convirtió en un jugador importante para el club del principado. Anotó sus primeros veinte goles como profesional. Los suficientes para sentirse capacitado de dar el salto a una liga mejor. Ya que no todos los cambios son buenos, su experiencia en Italia con la elástica de la Juventus, donde coincidió con figuras como Del Piero, Zidane o Inzaghi, le sirvió para darse cuenta que no hay nada como volver con aquel entrenador que te dio la oportunidad. Por ello, tan solo medio año después de llegar a Turín, decidió hacer las maletas y marcharse a Londres, donde comenzaría su verdadero legado.
Londres, su segunda casa
Visible está en los aledaños del Emirates Stadium una estatua de Henry que hace que aquellos seguidores gunners puedan recordar cada quince días tiempos mejores. Un metal que evoca a un pasado – no tan lejano – donde los goles caían como churros para el francés. Una época donde Wenger, y el juego del Arsenal, brillaban por Inglaterra y también por Europa. ¿A qué seguidor no le gustaría tener un ídolo como Henry? Se trata de uno de esos casos donde un jugador y equipo hechos a medida no coinciden en procedencia. Lo vimos con Batistuta en Florencia, Messi en el Barça, Maradona en Nápoles o Drogba también en Londres. Una mezcla explosiva a la vez que enamoradiza.
Definitivamente, para Henry fue todo un acierto marcharse a defender la elástica de los gunners. Allí se convirtió en uno de los mejores delanteros del mundo y, sin duda, en un icono para los seguidores del Arsenal. El francés marcó 175 goles en algo más de ocho temporadas. Un auténtico escándalo. Dos títulos ligueros, tres veces campeón de la FA Cup y un subcampeón de Champions en una ocasión, aunque el destino le daría una última oportunidad para que pudiera retirarse con una orejona.
Más allá de los números, Henry fue la pieza más visible de un grupo futbolístico dirigido por Wenger que marcó una época en Inglaterra. Fue capaz de hacer que una época donde tocaba relegar a Dennis Bergkamp fuera recordada por los éxitos cosechados. Ya en los inicios del presente siglo, Henry estaba considerado como uno de los mejores jugadores de la Premier League y, por ende, del fútbol europeo.