El 22 de mayo de 1968, los futbolistas franceses tomaron el edificio de la Federación. De manera pacífica, encerraron al presidente en una habitación y descolgaron pancartas por los balcones. “Le football aux les footballers” lucía en un trapo blanco en un momento en el que los futbolistas pertenecían, casi literalmente, a los clubes con los que firmaban. “E’ il mio capo Ferlaino” decía Maradona sobre su presidente.
Esa dialéctica es tiempo pasado. Ahora, los jugadores viven un momento donde su poder alcanza cotas que sus compañeros del 68 no llegaban a imaginar varias décadas atrás. Jugar con su futuro puede hacer temblar a un club y solo con poner un post de Instagram, que se replicará a golpe de CTRL+C + CTRL+V con escasos cuatro párrafos y un código de inserción a través de la prensa mundial, que aprovecha y raciona los pocos mensajes que le envían desde la fortaleza en la que viven ahora los protagonistas de este juego.
Ese futuro, que se puede convertir en papel mojado cuando esto acabe, es en el que se mueve Kylian Mbappé, la estrella absoluta de la generación Z.
La explosión del fenómeno
Cuando volvió a Bondy, Kylian Mbappé se reunió con sus vecinos para celebrar el Mundial conquistado en Rusia. “Mis padres querían que me dedicara a la música mejor que al fútbol” aseguraba. Menos mal que no fue así, aunque no faltan ‘resultados’ en Spotify con su nombre.